Ejercitando...

Qué? No sé.
Solo batiendo la tinta
antes de que se seque por completo.

Ella tiene la boca como un sol radiante que todo lo contagia, que todo lo abrasa. Por ojos, un par de lunas llenas con nubes de fondo luchando por no echarse a llover.
Su sol lo intenta por todos los medios. Su consigna: Mantener el panorama seco a toda costa.
En su cabeza germinan las rosas. Ella la sacude con convicción cuando siente las espinas rozar sus neuronas pero estas se apresuran como abejas golosas, sin importar el peligro que implica polinizar más ideas.
Bate la brisa y agita su cabello convertido en ríos de sueños que terminan deslizándose por sus hebras hasta sus puntas, muertos. Su piel presiente la prematura helada y se resiente arropándose en la manta que ella misma tejió de acertijos y reproches.
Cierra los ojos hasta casi lograr que sus cejas toquen sus pestañas, pero dentro huele a lluvia, a siniestro, a tormenta, a tsunami.
Los vuelve a abrir en un vano intento de cambiar el paisaje. Sonríe su sol con miedo de dejarla a solas, a sabiendas de que está a punto de ocultarse.
Mira el firmamento que está a punto de amanecer en otra parte. Se mimétiza en estrellas silentes y las hace parpadear en clave morse. Miles de años tardará en llegar el mensaje de un lugar a otro.
Cuando lo descifren, ella, no estará más ni recordará el por qué tenía tanta necesidad de enviarlo. Piensa en ello unos segundos.
Sus espinas han logrado mantener a raya las neuronas en un duelo perfectamente agónico. Estas, encaprichadas en su afán de conquista; caen atravesadas en un charco de sangre que ocasiona un corto circuito que las delata.
Entonces sucede; las nubes se estrujan unas con otras como paños empapados con toda el agua del mar. Sus manos se vuelven cuencos que se llenan de inmediato. Una y otra vez.
Siente una hemorragia de sal que solo pica y no se seca.
Su sol se moja en surcos y se apaga al fin en un rictus tenso que no desea un nuevo amanecer.
Sus sueños se agitan y suspiran al caer uno tras otro, junto a su rostro.
Su garganta se ilumina con rayos, pero estos no llegan a tronar.
Enmudece. No dice nada.
Se ha convertido en una estatua de arena, en desierto interminable.
La lluvia no bastará para hacer crecer nada.
Abre los ojos.
Necesita un eclipse urgente o sus lunas morirán de tedio.
Algo. Una tormenta, un huracán, un torbellino. Si tan siquiera un siroco. Un cambio climatico que reorganice sus latidos.
Nada.
Su propia mortalidad la está matando. Un día tras otro, sucediéndose a la velocidad de la luz que se apaga.
Ella, sigue jugando con cara de poker.

Nany.-

"...porque una carta al fin y al cabo es un encuentro, una cita entre el presente de quien la escribe y el futuro de quien la lee. Una cita a destiempo, pero una cita al fin y como tal, algo personal..." More Baker.

(No me detuve a corregir así que sepan perdonar si hay errores o no tiene pies ni cabeza. No se extrañen que me de la locura y lo vaya corrigiendo ya publicado. Malas mañas, que dice una. Si me pongo a pensar mucho, termino por no publicar. Hablaba con More de esto hace poco, de mi incapacidad total en estos momentos de juntar dos palabras y una coma. Nada. Ni anécdotas, ni poemas, ni cuentos, nada. Pero ahora mismo leyéndola me quede enganchada con ese parrafo de su último post en Cambalach, así que de allí partio todo).