(Dándole de corrido al lápiz)

Que necesidad tan espeluznante la de sobrevolarme. De planearme y observarme en la distancia para ver si puedo así, de manera objetiva y ajena; encontrar los porqués que en tierra firme y por dentro, no hallo.
Que ganas de rebuscarme, hurgándome para desentrañar cualquier maraña que me de excusas para seguirte en correcto gerundio: buscando, esperando, provocando, añorando, sorteando, huyendo, esquivando, etc.

Que obviedad la de mis sentidos para expulsarte, imaginándote como un ser estrafalario con cabeza de dragón, cinco mil colmillos filosos, tres corazones de lodo, 4 alas de mosquito, 8 patas fracturadas de cien pies en plan de retiro y la cola de un ratón de experimento. Que ganas de mirarte con microscopio a ver si así te minimizo, si te resto atributos y me olvido de ti.
Que necesidad tan miserable esta, que me impulsa a arrancarme el corazón del pecho para arrojarlo al borde del camino en espera de una estampida de "algo" que hagan trizas lo que siento. Que necesidad de volverme insensible como la piedra de los mausoleos para no respirar tu aire a borbotones, que no se me queme la boca al pronunciarte, que no se moje mi deseo al verte, que no se caldee mi aliento, que no me sangren los dedos al escribirte. Que no me tiemble el alma cuando estás...
Que necesidad tan cruel la mía, que al ser incapaz de apartarse; te acuesta en los rieles de un tren en marcha, en medio de un tiro al blanco a punto de ser acertado, en el espacio reducido entre una rinoceronte y su cría, al filo de un acantilado que se derrumba, en un paredón de fusilamiento ya manchado, de plato principal en la mesa de unos caníbales, entre las páginas de un escritor que le indica al villano que te mate en la mitad del primer capítulo sin derecho a pataleo y sin segundas partes que revelen que no has muerto.
Que necesidad tan odiosa de que no me duelan las venas cuando corre mi sangre por ellas. Que mi cabeza haga implosión y se quede en blanco. Que se mueran todas y cada una de las mariposas que anidan mi vientre creyéndose eternas. Infames apátridas!
Que necesidad tan déspota contengo de dejar salir a la bruja que me habita para reinventar las historias conocidas cambiándolas radicalmente, por ejemplo: Rompiendo todos los espejos encantados, diciéndole a Blanca Nieves que su nombre real es Cinforosa Domitila de los Dolores, que ella no era la más bonita (que le ganaba de calle el Patito feo antes de volverse cisne), que los enanos estaban mejor dotados y que las hadas madrinas solo son cuentos de camino que se esfuman en cuanto se cierra un libro.
Que a la Cenicienta le quedaron las zapatillas de cristal apretadas porque tenía juanetes y no se había hecho el pedicure cuando la trataron de calzar y que encima, era demasiado gorda para entrar en la calabaza.
Que la tierra de Oz al final no era mas que un manicomio que no admitía perros, que los zapatos rojos eran azules, sin lazo y con tacones vertiginosos que le producían a Dorothy tantos calambres como caídas escalofriantes, cada dos por tres. Que al hombre de hojalata nunca le latió el vacío que llevaba en el pecho, que el león era mucho mas cobarde que yo y que el espantapájaros se hizo cenizas por culpa de un fuego fatuo.
Que la bella durmiente tenía tan mal aliento al despertar que el príncipe para volver, tardó 100 años mas.
Que Pinocho mentía por sexo y que le fue mejor como actor porno que como títere, que el lobo feroz paso de Caperucita al volverse vegetariano y que ella a causa de la desilusión vago en el bosque perdida y murió en una nevada por llevar la caperuza del verano. Que el gato con botas se quedó descalzo. Que el príncipe valiente no era más que un tarado mediocre al que no le quedaba bien la armadura y que a Rosa Blanca y a Blanca Flor las podaron de raíz.
Es más, reescribiría incluso, que Marcos encontró a su mamá, que Candy Candy era la novia de Elisa. Que Picasso plagiaba cuadros, que Van Gogh nunca se corto la oreja y que Dalí usaba bigotes de plástico. Que Mozart no sabía ni siquiera tocar la armónica y Walt Disney odiaba a los niños. Que Bethoven nunca tuvo una amada inmortal pero si tuvo una mujer que le hizo la vida mortalmente miserable. Que el hijo de Lindbergh creció con su abuela materna. Que Elvis tuvo dos pies izquierdos y Marilyn los pechos de silicona. Que Cristo murió a los 200 años y que sin dudarlo ni por un segundo, Dios si existe; porque somos su juego favorito de wii en 3D.
Por último quizás agregaria, que los cuentos son como la vida misma: Terminan diciendo Buuuuú con sonrisa burlona.
Si, que necesidad de cambiar la historia y ponerla de revés.
Que necesidad tengo de no creer en la vida más allá de un intento. Que el nacimiento y la muerte son únicos e irrevocables. Que no hay nada antes ni después de eso, y que con esa convicción pueda olvidar las esperanzas de que te conozco, te intuyo, te presiento y me lates en la oscuridad más absoluta de mi entorno.
Necesito con obstinada rebelión, hacerme una cura de espanto. Aplicarme una vacuna que me evite los estragos de sentir tu dolor más leve como si fuese un camión blindado, cargado de elefantes, que me pasa por encima.
Meterme en la cabeza que no existen historias ancestrales ni memorias pasadas ni futuras. Que los registros akashicos son como jugar a la lotería: Si no compras el ticket, no te toca!(Todo lo contrario mis queridos, lamento decirles que es SPAM). Que las plegarias no dan resultado. Que los ángeles y los demonios son la misma cosa asexuada que todos temen.
En fin.
Que necesidad tan inadecuada, de sentir que somos un reencuentro y no el par de desconocidos que no se darían si tuviesen oportunidad; ni siquiera la hora, aunque yo espere en una esquina de tu puerta con el reloj siempre a la mano y un inmenso cartel de neón que titila diciendo: "Ey, tú, pregúntame la hora".
Si. Que necesidad tan necia esta, la mía, de necesitarte y no tenerte.
Supongo que sería más fácil concretar y decir: A la mierda! Punto.
(Una lástima que mi estilo no sea más telegráfico).

Nany.-